Pensar a través del contacto

Texto sobre el pensar, a través de la entrega al cuerpo mediante del contacto. Un contacto a partir de la piel y de lo sensorial, en apertura a lo no consciente.

DE LA PIEL

Eu Mongil

4/14/20254 min read

a rock in the middle of a tree
a rock in the middle of a tree

Pensar a través del contacto

Pensar a través del contacto es pensar, a partir de la sensibilidad, aquellas fuerzas invisibles que sostienen nuestros cuerpos y los hacen ser como son; aquellas fuerzas que bloquean sus movimientos y aquellas que se resisten ya sea a imposiciones o a cambios.

Pensar a través del contacto precisa dejarse caer en él, para poder percibir las emergencias e inserciones de cuerpos en el medio de un entramado de relaciones infinitas.

Pensar a través del contacto habilita despejar un tiempo-espacio que se sustrae del sentido común imperante, haciéndolo girar en una especie de vacío, porque permite deshacer sujetos (terapeuta-paciente) y certezas, sin destruirlos pero como desparramándolos, desplazando esas certezas y esos sujetos en un proceso intuitivo de escucha, de encuentro y de creación de nuevos sentidos y verdades.

El contacto es medio.
Es en el medio, como medio y como en medio, donde todo pasa.
Medio como vacío-lleno, de todos los posibles;
como lleno-vacío, de toda significación y/o definición;
como encuentro, espacio de creación, de negociaciones y composiciones;
como brecha, diferencial y pasaje de intensidades;
como transducción, de información, operación del devenir, transformación en proceso.

El medio rompe la dialéctica de oposición, de jerarquía. Porque es el tiempo-espacio del contacto, de la ambivalencia, de la incertidumbre, de la simpoiesis (procesos de creación y devenir -con). Todo en él son pliegues, despliegues y repliegues de la materia-información. Materia que es al mismo tiempo física y metafísica, real y virtual, orgánica e inorgánica, micromolecular y macromolecular, consciente e inconsciente, determinada y creativa, voluntaria e involuntaria, sensible y no sensible, continua y discontinua.

A través del contacto percibimos la finitud e infinitud de los cuerpos.

Pero no basta solo con tocar; es preciso disponerse al contacto, tomar posición, que es postura, actitud y posicionamiento, pero de partida. Una vez en el contacto, hay un dejarse ir que es activo y pasivo al mismo tiempo. Caída afirmativa, un tremendo sí a las fuerzas que atraviesan el cuerpo, a la vida que le es tan propia e impropia a la vez.

Los cuerpos son por tanto, también, en-medios y expresiones, _ex(peau)siciones_ particulares del mundo en singularidades abiertas y en conflicto permanente, sin origen ni final bien delimitados, siempre habitando en los bordes, entre límites que se mueven y se desplazan, entre umbrales difusos.

Matriz

En la historia de nuestra Anatomía podemos recordar cómo se han abierto cuerpos, desollado pieles, atravesado tejidos para poder llegar al fondo de la cuestión: órganos, vasos sanguíneos, sistema nervioso. Con la llegada del microscopio por fin pudimos llegar a las células y a la bioquímica. Y si bien ha sido profundamente necesario pasar por ahí seguimos sin saber qué les pasa a nuestros cuerpos.

Hoy las nuevas técnicas de disección y visualización nos están mostrando la presencia de un tejido conjuntivo-constitutivo, _antes menospreciado, obviado, cortado_ que recorre todo nuestro cuerpo en un despliegue y repliegue continuo de dentro a fuera, de fuera a dentro, de micro a macro y viceversa. Tejido que ya sentíamos en el contacto mucho antes de poder observarlo con dispositivos tecno-científicos. Esta matriz conjuntiva-constitutiva nos está haciendo capaces de entender que en el cuerpo no hay separaciones claras sino entramados continuos en procesos de diferenciación y organización que comunican y dialogan en contacto directo y a distancia.

Imagina esa matriz conjuntiva desde la cara interna de la piel haciendo los músculos, los ligamentos, los tendones, los huesos, mientras va adoptando mas de estos materiales o menos de aquellos según qué función de cada tejido, qué necesidad. Imagina ese mismo tejido envolviendo órganos y formando parte de la estructura interna de los mismos, de los vasos sanguíneos, de las membranas craneales y envolturas medulares. Puedes profundizar en ello en libros que hablan del sistema fascial. Ahora es harto conocido, pero no hace mucho.

Esto ha sido posible gracias a una nueva disposición hacia los cuerpos y su funcionamiento que vuelve visibles y perceptibles cosas que antes no lo eran. Lo que vemos y percibimos ahora puede seguir transformándose. Quien sabe cuantas cosas mas seremos capaces de aprehender de nuestros cuerpos, de su materia-información.

A partir de ahora no opondremos superficie y profundidad. No se trata de atravesar, perforar o desollar la superficie para llegar al fondo, pues ya está todo ahí, a flor de piel, si nos dejamos caer en el contacto. El fondo sube a la superficie sin dejar de ser fondo. Relación de co-pertenencia, reciprocidad. Disponerse al contacto y experimentar en él. Jamás interpretar, pues la interpretación ya está por encima o antes o después de la experiencia, nunca es ella.

Esto es importante para nuestro trabajo como terapeutas, pero vale para cualquiera, pues el contacto contacto piel-piel, contacto visual, verbal, energético, emocional, nos expone cada vez, en cada momento, a transitar experiencias singulares. Todavía llegamos demasiado dopadas de conceptos, imágenes y modos de pensar, tantas o tan férreas que nos llevan a interpretar continuamente aquello que ocurre en lugar de vivirlo. Se hace necesaria una política de la experimentación frente a una lógica de la representación, una ética de las superficies frente a una moral de las profundidades para deshacer el nudo positivista de las grandes verdades y permitir una nueva percepción que nos disponga a experimentar la profundidad a partir de las superficies y jamas interpretarla, constreñirla y encorsetarla.

Pensar a través del contacto.

*Este texto está inspirado en lecturas de Deleuze, Jean-Luc Nancy, Gilbert Simondon, Donna Haraway, Henri Bergson y Santiago López-Petit. Pero sobretodo está inspirado en la práctica clínica y diaria del tocar y escuchar lo que los cuerpos tienen para informarnos.